viernes, 6 de septiembre de 2013

UN 1NM3NS0 V4C10 BL4NC0

Vacío un inmenso vacío blanco
así comienza este relato
porque todos somos un relato un texto
un gran papel blanco
la vida las personas los hechos
van dejando sus surcos sus huellas
van dejando un rastro
Me miro me observo me analizo
y me siento una suma interminable de rastros
ese hilo invisible que han dejado en mi
una especie de dibujo trazado con libertad
a mano alzada
y en el fondo yo sigo siendo ese papel blanco
por dentro solo un interminable silencio
un océano inmenso
tan profundo y limpio
tan extenso y vasto
Cuando busco mi propio camino
cuando necesito saber quien soy
a donde voy
y porque estoy
entonces me acerco y nado
me acerco a mi orilla
y luego me lanzo a esas aguas
y me dejo caer
y caigo
y caigo
y caigo

esa es mi tremenda paz
ese es mi país soñado
un vacío
un inmenso vacío blanco


© Reservados derechos de autor

domingo, 2 de junio de 2013

4 DI3Z M3TROS SOL4M3NT3

No me gusta comenzar el día sin verte, hace años decidí levantarme a las seis y media, sólo para verte, sólo para sentir que comienzo mi jornada a tu lado, hasta he comenzado a leer libros sobre el yoga y sobre como despertar haciendo los mismos ejercicios que haces tú. Hace cinco años saque todas las cortinas de mi piso para poder ver todos tus movimientos, desde que te levantas hasta que te vas a la cama por la noche y así me he ido convirtiendo en una ventana que mira hacia tu mundo, en una mirada vacía de si misma para convertirse en una mirada completa de ti, de tu mundo, de tus ojos melancólicos que miran hacia fuera a través de tu cristal sin verme a mi jamás, sin si quiera sospechar que vivo sólo para contemplarte, para contar tus pasos sobre tu piso de ciento treinta y cuatro metros cuadrados, para cenar a tu lado, invisiblemente, hasta he aceptado la interferencia de tu mujer que cada día te besa con cariño y a la que suplanto en sueños cada noche, vistiendo su piel, y enguantándome sus labios parabesar tu boca, tu rostro, tu pecho y bajar con mi boca imaginaria hasta tu sexo. He imaginado millones de veces ser tu mujer acostada a tu lado, sintiendo la tibieza de tu cuerpo fuerte y delgado, jugando mientras duermes con tu pelo rizado y mordiendo suavemente uno de tus hombros, susurrando tu nombre, el que aún no conozco.

Me he convertido en vistas a otro mundo, en cristales muy limpios siempre, para no perder detalles, en esperas interminables mientras caminas entre ventana y ventana, me he convertido en la sombra de tus pasos que vive en el piso diez y seis, a diez metros en frente de tu imagen móvil, de tu identidad misteriosa, de tu vida tan lejana y a la vez tan cerca de mi. Conozco todos los temas que te gusta conversar con tu mujer, porque luego de tantos años he aprendido a escuchar a través de los cristales, sólo con mi mente, conozco tus silencios interminables mientras ella te cuenta su día, conozco tu mirada penetrante y tu talento para saber siempre como está ella, sin que ella diga nada, conozco tu reservada vida secreta, esa que no compartes con nadie, la conozco porque te he soñado tanto que a veces siento que me he ido convirtiendo en una entonación de tus deseos ocultos, en un sueño paralelo que camina a tu lado sin decir nada, en un permanente espía de tu alma, por eso sé lo que piensas y nunca dices, sé lo que deseas y pocas veces cumples, sé lo que tantas veces has callado bajo esa mirada profunda y sin voz. A diez metros de distancia vive tu alma, tu aura distante, tu conciencia ciega, ocupando un cuerpo impropio, un traje ajeno, fruto de un error de la naturaleza. 

Tengo apuntado en un cuaderno todas tus tareas, con todos tus horarios y todos sus matices, solo para no perder ni un segundo de tus movimientos, también en ese cuaderno he ido guardando las pocas fotos que me he atrevido a sacarte, en ellas te ves tan elegante como siempre, tan distinguido, con tu piel morena y tus ojos pardos, y tu refinado cuerpo esbelto, recto y proporcionado. En ese cuaderno he dibujado un corazón, en el que que puesto sólo: tú y yo, para que podamos vivir al menos de esa forma unidos, para que al menos en un papel existamos juntos y nos juremos amor sin tiempo.

Ayer por la noche, cuando luego de cenar fuiste a tu estudio para leer, como lo haces casi todas las noches, y cogiste el libro de Wilhelm Müller que llevas leyendo tres días, pensé que leías el poema: "Petrificado" y te imaginé leyendo en silencio sus versos, imaginé que podías escuchar mi voz que decía lo mismo que el poema, y me vi recitando a tu oído, dulcemente y con la voz casi a punto de desaparecer: 

"Busco en vano en la nieve, 

las huellas de sus pasos, 

allí por donde, juntos,

cruzábamos el prado. 

Quiero besar el suelo, 

traspasar hielo y nieve, 

hasta alcanzar la tierra con lágrima ardientes"...

Luego te imaginé cerrando los ojos y abrazando mi silueta difusa en la habitación a media luz. Después de eso me dejaste y te uniste a tu mujer como todas las noches, dejando mi corazón tan frío y a la vez convertido en una llama permanente.


Esta mañana me levante con la decisión de confesarte mi amor y decirte que he seguido tu vida a través de los cristales durante años, me levanté a la hora de siempre, hice los ejercicios junto a ti y me vestí calculando la hora a la que debía salir para encontrarme contigo en tu portal. Salí por fin a decirte todo y jugarme la vida frente a ti, eran las ocho y treinta de la mañana, al salir tú, yo ya estaba allí, con mi cuaderno en una mano y una rosa roja en la otra, te miré fijamente y expectante y cuandoestaba a punto de decirte todo me miraste profundamente y sonreíste con malicia, te detuviste frente a mi y dijiste: 

"Señor, un poco temprano para venir a dejar flores a una chica verdad?".


Luego de eso subí a mi piso y dibuje un nuevo corazón en mi cuaderno, en él he puesto: El y yo ETERNAMENTE.


viernes, 3 de mayo de 2013

L4 PL4NT4 D3 JUD14S


Soñé con un hombre cayendo del cielo, vestía un pijama rayado, se parecía al que usaba cuando yo era niño, no sé por qué en esa época todos usábamos pijamas a rayas, como si desde niños nos quisieran decir que somos prisioneros. Tengo grabado en la cabeza el primer día del colegio, la sensación penetrante de estar siendo comido por un animal gigante, quizás la misma sensación que siente una mosca al ser comida por una araña. Mi primer prisión fue el colegio, doce años eternos de condena: Formación militar a primera hora del día, rezar, cantar la canción nacional, luego caminar en fila como soldados hasta llegar al salón de clases, luego un día interminable de contenidos fríos y cuadrados a la fuerza, entregados por profesores, la mayoría amargados y de color gris y siempre con la excusa de la maldita disciplina: “Levanta la mano antes de preguntar”, “no hables con tus compañeros”, “no te muevas mucho”, “la corbata y las uñas”, y un sin fin de reglas estúpidas de un sistema educativo estúpido, mantenido por seres mediocres y estúpidos para crear más estúpidos y así multiplicar interminablemente un estado de cosas donde la mayoría es estúpida y la minoría hace lo que quiere con esos estúpidos. De niño me leyeron el cuento en donde una planta de judías crecía y crecía hasta llegar al cielo, me impactó tanto ese cuento que decidí ponerlo a prueba, no una vez, sino mil veces. la verdad es que he perdido la cuenta total desde que comencé con el experimento pero deben haber sido cercana a las mil. Un día vi a una señora que empujaba un carro, en él llevaba una extraña planta, digo que era extraña por que tenía un brillo fosforescente, la señora pensaba mientras la observaba, que cuando llegará a su máxima altura podría arreglar el tejado de su casa.... Fue en ese momento cuando descubrí que era la planta, la dichosa planta de las judías mágicas. 
- Señora! Señora! 
-¿podría decirme de donde sacó esta hermosa planta?
-Ya te has dado cuenta eh.
-llevo miles de pruebas con diferentes judías y aún no lo consigo.
-Es que has probado con las judías de tienda o las de supermercado, esas ya están muertas y no sirven, tienes que usar judías de abuela. Debes pedirle a tu abuela que te regale judías vivas, ella sabrá de que le estás hablando.

Ese día llegué a casa decidido a visitar a mi abuela tan pronto como pudiera. Pasé toda esa tarde imaginando, primero plantando las judías, luego viendo crecer la planta, después imaginé a la planta llegando hasta el techo, mientras imaginaba me paseaba por casa cuando de pronto vino a mi mente un recuerdo; tres años antes mi abuela me había regalado una olla de barro con algo en el interior, como yo cumplía siete años me pareció otra de las locuras de mi abuela, porque dicho sea aquí, mi abuela estaba completamente loca, lo decía todo el mundo, para mí era un ser extraño y fascinante, lleno de momentos  diferentes a todos los demás. Bueno, recordé la olla y decidí buscarla por  casa, finalmente la encontré dentro de un armario, mi madre la había guardado allí, como lo hacía con casi todas las cosas. La sorpresa no fue sorpresa pues yo sabía muy bien que la olla guardaba judías, sólo que el colegio y su régimen carcelario ya había comenzado a hacer su efecto, obligando a que dejara mis antiguos experimentos con las judías.
Abrí la olla y claro, las judías seguían allí, intactas y con ese extraño brillo. Mi madre me dijo años después que nunca las cocinó por ese brillo, temía que estuvieran descompuestas o algo así. Ese mismo día las plante en una maceta muy grande en el jardín trasero de casa, en un rincón poco visitado, sabía muy bien que debía proteger a la planta de los curiosos. Los siguientes días la planta creció  más o menos un metro cada día, llegando la primera semana a alcanzar el techo, al final de un mes ya era gigante y parecía un nogal de quinientos años de edad, luego de un año llego a cruzar las nubes. Ahora me preguntareis como la gente no la veía, pues no me preguntéis por qué, aunque lo sé todo, eso es lo único que se me escapa. Nunca he comprendido porque la gente no podía ver esa maravilla de la naturaleza, mi explicación es que como todos pasan por el colegio, ese triturador de cerebros, algo les pasa que dejan de ver las cosas como son, en mi caso es diferente, porque antes de entrar al colegio decidí ser un narrador omnisciente de la realidad y gracias a eso el sistema carcelario escolar nunca hizo en mi el daño que hace en todos los demás.
La planta siguió creciendo sin parar y aún sigue haciéndolo en el jardín de mi casa, en mi país natal. El año dos mil me fui a vivir a diferentes lugares y terminé viviendo en Madrid, donde escribo estas letras ahora. De vez en cuando recuerdo mi planta de judías y otros recuerdos del mundo tal cual es y suelo contarlo a algunos amigos o escribirlo para que la gente común y corriente pueda ver como son las cosas en el bello mundo donde viven. Supongo que alguno despertará a ratos y podrá ver lo que yo veo a cada instante y también creo que en esos momentos la gente hace cosas nobles, escribe poemas o pinta cuadros o compone sinfonías, ese tipo de creaciones suceden cuando la gente puede ver el mundo tal cual es. Una vez me llamo un amigo, desde mi país natal, su voz temblaba de emoción por el teléfono, 
- Pablo!!! en tu casa hay un árbol gigantesco!!! 
- Sí es verdad le dije, por favor, ¿podrías regarlo mientras puedas verlo? 
Ese amigo nunca más volvió a llamar, es lo que siempre pasa, la gente despierta a ratos y luego vuelve a dormirse y ya no recuerdan nada. 
Cuando la planta de judías cumplió cinco años decidí sacar algunas judías de sus vainas, las que da tres veces al año, y meterlas en cartas, en total tres mil trescientas tres cartas. En las cartas puse direcciones de todo el mundo, elegidas al azar y una fecha de entrega significativa para cada dirección, por eso aún no han llegado, dentro de cada sobre hay una judía y una nota que dice: “La vida es como las amapolas, tan divina y tan mortal”.

© Reservados derechos de autor

jueves, 11 de abril de 2013

L0 7R4NSI70RI0 D3 L0S PU3R70S


Puede ser tan corrosiva la calma como la ansiedad insatisfecha, esas ansias de comenzar permanentemente algo, algo que está en medio de un océano que uno divisa desde lejos y que desea alcanzar. Los barcos pasan más tiempo en mar abierto que en los puertos y ese es justamente el problema. Siento a veces que paso más tiempo en el dique seco que en las aguas a las que me debo, me sonroja sólo la sequedad del puerto, la anestesia de las pasarelas que llevan de un muelle a otro, los amarres de sogas húmedas y viejas, los turistas, las grúas, los marineros borrachos, los capitanes mentirosos, los aranceles aduaneros, los barcos medio muertos que no zarparan nunca más, las aguas poco claras de las orillas, los vendedores de cruceros, las putas viejas del puerto, los hierros oxidados de partes sobrantes. Me sonroja estar aquí en medio, más tiempo del que debo, si levanto la mirada y miro hacia el horizonte, ese terciopelo entregado, extenso y sin dueño, siento una voz, un empujón, un "lánzate carajo"!! y se me revuelve el estomago más allá de las tripas, porque todo se me hace estomago, todo se me hace digestión, un masticar permanente de sustancias espesas. Me han preguntado más de mil veces por qué hablo tanto del mar, de las aguas, de los puertos, de los marinos y sus amantes, de por qué estoy siempre mirando al océano o siempre hablo de las aguas profundas en las que navego. Nací en un país que está siempre flotando, intentando encontrar un rumbo, un país en donde la mayoría de sus gentes nadan para no ahogarse, un país de marineros medio borrachos y medio desterrados de una tierra sumergida. Los que nacimos en ese país estamos siempre en medio de las aguas o casi siempre y cuando nos llevan a un lugar seco, a un puerto medio seguro, se nos marea la cabeza y el corazón se nos hace un pez fuera de aguas y respiramos con mucho esfuerzo y aleteamos y nos escurrimos como peces iracundos, como algas cenagosas. No nos gusta el aire seco de las orillas, no nos gustan las noches cortas de los puertos, porque en el océano las noches pueden durar años y la humedad lo contempla todo, la humedad te contempla a ti y te mantiene húmedo, te mantiene ágil, te mantiene con la espalda y el pecho prestos al nado y la tormenta. ¿Como explicarle eso a quien nació en tierra firme? ¿Como le cuento a un ser de orillas lo que se vive en la incertidumbre de un mar profundo, flotando como un madero? ¿Sabías que los condenados a muerte escriben mucho? Bueno pues eso es lo que siente, uno que nació en medio de las aguas, como una condena a punto de expirar, a punto de llegar a término, porque las aguas son esa sapiencia en la muerte segura, esa seguridad de estar vivo, pero completamente vivo, tanto que se pude morir ahora mismo. Los que hemos nacido en una isla flotante y a la deriva, que con los sones de un tango le fueron amamantando, como a un bebe al borde de la muerte . Por mis venas corre agua salada y peces rojos y algas fosforescentes y miles de barcos perdidos con sus marinos contándome sus historias perennes, sus historias de sal y sogas, de mástiles reforzados con los años en contra y el viento húmedo creando surcos como cicatrices, marcando sus rostros de hombres recios. Por todo esto me sonroja el estar aquí, entre blandos arrecifes, entre descoloridos muros. Todos los marineros saben que antes de las tormentas y de los hundimientos soplan aires cálidos, todos saben que el cielo se torna raro y que los peces huyen hacia el fondo, todos los marineros saben que antes del naufragio los barcos crujen y gimen y lloran una canción nostálgica y no le temen a ello, saben que el destino de un marinero es la muerte en alta mar y sonríen frente a ello. Esa es la nobleza del estar vivo, el saber que mañana se puede estar muerto, el saber que el beso de hoy puede ser también la despedida del mañana. Los que nacieron en tierra firme piensan vivir eternamente, no reconocen la brisa de la tormenta y mucho menos la cercanía del naufragio y se duermen tranquilos en sus noches cortas y salen a comprar sus frutas y sus panes cada mañana pensando en la eternidad de sus vidas aseguradas y besan a sus hijos como si fueran también eternos y no cuidan de sus parejas, pues las creen tan seguras como sus pijamas de cada noche. Los que nacimos en medio de las aguas sabemos que eso no es cierto y por eso besamos con pasión sin limites a nuestros hijos y cuidamos de nuestros amores como si en ello nos llevara la piel y abrazamos a nuestros amigos como si fueran los únicos y dormimos con un ojo abierto en las noches eternas, para no perder un segundo de estrellas y amamos la vida como a dios mismo y nos entregamos a ella como se entrega la piel al amante y nos incomodan los puertos y las certezas como si fueran trajes de un vecino muerto. Sabemos muy bien que cada día es cada día y todo lo que tenemos es la piel que llevamos encima y que la ropa que llevamos es prestada y que la casa en que vivimos es transitoria y que hasta el nombre es un sombrero que se puede llevar el viento y que los bienes no son cosas sino abrazos y que nada está realmente seguro, aún cuando vivamos en una caja fuerte y que el amor lo es realmente todo y que el verdadero éxito de un hombre no es más que el estar vivo.

© Reservados derechos de autor

martes, 26 de marzo de 2013

MI P3QU3Ñ0 Y MINUSCUL0 MUND0


No sé el lugar en que se sitúa el centro, el centro de todo, de mi todo ,de mi pequeño y minúsculo todo. He viajado, he vivido en muchos lugares, he visitado un numero de ciudades que ya no podría enumerar, hace tiempo que son más que los besos que he dado, más que los abrazos que he dado, más que los amores profundos que he tenido y que cuento con los dedos de una sola mano. 
El sol no sale igual en todas partes eso la gente no lo sabe, pero es la verdad, hay lugares incluso en los que el sol no sale casi nunca y otros en los que el sol está allí todo el tiempo y no se pone jamás. Hay lugares en donde la gente no habla casi nada y sólo se miran y con la mirada distante y fría lo dicen todo. También hay lugares en donde la gente habla y conversa y se cuenta todo y se besan todo el día y se besan unos con otros y no paran de besarse, incluso sin saber el nombre del otro. Hay otros lugares en donde todas las personas tienen una N como nombre y se llaman unos a otros como señor N y señora N y los niños son los NI y las niñas las NA. Hay lugares en donde la gente camina desnuda por las calles y solo usan zapatos azules y rojos, los azules para los mayores de treinta y los rojos para los menores de treinta, en esos lugares en donde todos caminan sin ropa, nadie mira a nadie por estar desnudos, pero si alguien camina descalzo es apresado y sentenciado a vestirse completamente durante sesenta y dos días. Hay lugares en donde los viejos van a la escuela y son sus nietos los que les enseñan a ser niños nuevamente, porque lo que en esos lugares importa es reír y jugar y nada más, en esos lugares viven de lo que producen las risas y los juegos y está prohibido llenar papeles con frases tontas o números que no cuenten nada visible y también está prohibido hacer filas en los bancos. Hay muchos lugares en el mundo y todos ellos son diferentes, algunos tan diferentes que incluso no aparecen en los mapas, ni en los libros de historia. He recorrido muchos de estos lugares, casi siempre sólo, porque es muy difícil conseguir un pasaje a precio normal, en temporada alta los pasajes se consiguen sólo como contrabando y en los mercados negros de Fenicia, algunos piensan que Fenicia ya no existe, pero es porque aún no han viajado allí, los otros pasajes se consiguen en agencias ocultas. Las agencias de viaje que venden los pasajes para estos lugares se encuentran camufladas en entrepisos y el asunto es que los ascensores solo se detienen en esos entrepisos a una hora exacta tres veces por semana y debes coger justo el ascensor adecuado y a la hora justa por eso es tan difícil encontrar estas agencias. Yo supe de todos estos lugares porque de niño tuve una novia que trabajaba en una linea aérea, que llevaba turistas a estos lugares y ella en medio de un beso apasionado me lo contó todo, me dijo: sabes? hay un mundo que no aparece en ningún mapa y en ese mundo el reloj sólo tiene  tres horas, pero son como tres días en este mundo, si me das otro beso como este te diré como puedes viajar sin pagar nada a estos lugares, yo cruce los dedos en mi espalda, sin que ella los viera y le di el beso mas apasionado y cálido de toda la historia, como resultado ella me regalo un pasaporte eterno, de esos de color verde fosforescente y un pasaje abierto para que me subiera a cualquier avión, en cualquier lugar y al destino que yo quisiera. Hay un lugar en donde las montañas son dinosaurios que se durmieron y la tierra los fue cubriendo con los años, en ese lugar los niños juegan a gritarle a las montañas para ver si despiertan de una vez por todas, hay otro lugar en donde el mar tiene mal humor por las tardes y los chicos de quince y diez y seis años juegan a lanzarle piedras y el mar responde con olas gigantes llenas de mejillones y algas de colores luminosos; cuando cumplí los quince años fui a ese lugar y estuve un par de horas lanzando piedras al mar y él creció y creció hasta que formó un muro de unos treinta metros de aguas fijas como un cristal y me gritó a la cara que le dejara en paz y así lo hice. Una vez viaje a un lugar en donde habían unos camellos bailarines, su música preferida era el flamenco porque en la prehistoria de ese lugar llegó un cantaor flamenco y les cantó durante un año y medio a los camellos, desde ese día se hicieron fanáticos de esta música y hasta hoy bailan en unos tablados gigantes para los turistas. Una vez me dijeron que el centro de todo, el centro del mundo, de este mundo y del otro, estaba tras una cortina de lino egipcio en un cafe ubicado a unos cuatro mil quinientos veinte kilómetros hacia el norte de la linea del Ecuador y cercano a trescientos veinte y dos kilómetros oeste del huso treinta, para mi la cosa no está tan clara. Hace unos días estuve buscando el centro del mundo, en lo que antes se llamaba Berlin oriental, siguiendo las indicaciones de un marinero holandés que una vez me dijo que el centro estaba en un extremo de un puente que cruzaba el río Spree, en el Berlin más antiguo, está vez no he hallado el punto en cuestión, pero creo estar cada día más cerca. Lo bueno es que aún tengo mi pasaporte eterno y mi pasaje aéreo abierto para seguir viajando. Dicen que hay un lugar en donde los ríos son parlantes y que los días viernes por la tarde recitan poemas inolvidables y que luego de recitar se convierten en vino tinto para que todos los aprendices de poetas puedan bañarse en sus aguas y beber hasta convertirse en poetas borrachos, pero buenos, creo que ese será mi próximo viaje, quizás allí encuentre algún dato del centro de mi mundo, de mi pequeño y minúsculo mundo.

© Reservados derechos de autor

miércoles, 13 de marzo de 2013

L4 C4S4 D3 L0S 4M4NT3S


El lugar cercano de los amantes
donde la piel es la frontera
donde los besos son el único mensaje
donde los abrazos el único abrigo
y el silencio mutuo el único descanso
los amantes seres castigados por el amor
por no poder resistir la soledad
castigados a través de la necesidad
del beso
de la piel
de la carne 
abiertos a trazo firme 
por la espada del amor
los amantes
los amantes
los amantes

que sería el mundo sin los amantes
un lago frío
una estepa muerta
una navaja certera 

todos buscamos el camino una vez perdido
hacia ese jardín 
donde un día un beso trémulo nos abrió las puertas
todos ansiamos ese abrigo
esa fortaleza
esa inmensa casa 
la de los amantes
en donde los días brillan más
y la cercanía alimenta cualquier silencio 

© Reservados derechos de autor

4NG3L3S 3N UN SU3Ñ0


El sonido del piano se pasea por los rincones de mi casa y por los de mi cuerpo 
no hay defensa alguna 
me ataca la infancia 
el recuerdo en los salones 
en la biblioteca 
en la cocina gigante de mi abuelo 
ese cielo y ese infierno en donde crecí 
en donde me hice hombre sin dejar de ser un niño 
el piano me transporta a mil años atrás 
en donde nací 
en donde construí mi universo 
mi cosmogonía agónica 
mis dioses muertos 
como le explico al mundo 
como le cuento a todos que todo es un sueño 
y que este sueño aún no termina 
y que todos son personajes en mi sueño 
y que me encuentro solo y que no me encuentro 
y que me hablo solo y que no me hablo 
nadie escucha a nadie en estos días 
porque todos tienen miedo 
un miedo terrible a abrir el pecho 
la cabeza 
el corazón 
todos están encerrados en una habitación 
aún mas pequeña que la mía 
aún más oscura que la mía 
y todos arrastran a sus propios dioses muertos 
y a sus propios sueños 
y a sus propios personajes 
no hay espacio para más 
cada uno dibuja su mapa y pone sus hitos y sus mitos 
para poder vivir y seguir 
y esta piel mía que me habla de otras pieles 
y este pecho mío que me habla de abrazos que no están 
y esta boca mía y los mensajes del deseo y de lo nunca dicho 
y estos brazos míos que nadan en este mar profundo 
y estos pies míos que caminan aveces sin rumbo 
una película se llama "no habrá paz para lo malvados" 
y yo pregunto que pasa con los buenos?
y que pasa con los mansos?
y que pasa con los pacientes?
los que esperan en medio del desierto 
sin que se les escuche ni ruegos ni gritos ni cantos en medio de la noche 
que esta vida es aveces pesadilla y no un simple sueño 
un amasijo de tempestades y hierros fríos 
afilados cual navajas nocturnas 
en medio de este paisaje de espasmos y medias luces 
los cuerpos buscan otros cuerpos
buscan la tibieza de una compañía 
y el cariño de otro puerto 
de otra madera como la propia 
porque eso lo cambia todo o casi todo 
esa compañía de otra soledad 
de otro silencio 
somos seres de frágil estación 
de desmesurada finitud 
de transitoria importancia 
que sólo la compañía entregada de otro cuerpo 
de otro corazón 
de otra tibieza 
nos salva del abismo 
de las pesadillas de niño adulto 
de la no pertenencia 
somos parias en un mundo lleno de banderas 
somos mendigos en una barca donde los ricos son siempre otros 
somos transeúntes en una calle sin limitaciones evidentes 
y en ese naufragio universal luchamos para seguir a flote 
como una madera en medio del océano 
como niños frente a un cristal empañado 
como ángeles sin vestido 
con los ojos un poco humedos
el pecho abierto a filo de espada 
y las alas blancas a punto de abrir 

© Reservados derechos de autor