El sonido del piano se pasea por los rincones de mi casa y por los de mi cuerpo
no hay defensa alguna
me ataca la infancia
el recuerdo en los salones
en la biblioteca
en la cocina gigante de mi abuelo
ese cielo y ese infierno en donde crecí
en donde me hice hombre sin dejar de ser un niño
el piano me transporta a mil años atrás
en donde nací
en donde construí mi universo
mi cosmogonía agónica
mis dioses muertos
como le explico al mundo
como le cuento a todos que todo es un sueño
y que este sueño aún no termina
y que todos son personajes en mi sueño
y que me encuentro solo y que no me encuentro
y que me hablo solo y que no me hablo
nadie escucha a nadie en estos días
porque todos tienen miedo
un miedo terrible a abrir el pecho
la cabeza
el corazón
todos están encerrados en una habitación
aún mas pequeña que la mía
aún más oscura que la mía
y todos arrastran a sus propios dioses muertos
y a sus propios sueños
y a sus propios personajes
no hay espacio para más
cada uno dibuja su mapa y pone sus hitos y sus mitos
para poder vivir y seguir
y esta piel mía que me habla de otras pieles
y este pecho mío que me habla de abrazos que no están
y esta boca mía y los mensajes del deseo y de lo nunca dicho
y estos brazos míos que nadan en este mar profundo
y estos pies míos que caminan aveces sin rumbo
una película se llama "no habrá paz para lo malvados"
y yo pregunto que pasa con los buenos?
y que pasa con los mansos?
y que pasa con los pacientes?
los que esperan en medio del desierto
sin que se les escuche ni ruegos ni gritos ni cantos en medio de la noche
que esta vida es aveces pesadilla y no un simple sueño
un amasijo de tempestades y hierros fríos
afilados cual navajas nocturnas
en medio de este paisaje de espasmos y medias luces
los cuerpos buscan otros cuerpos
buscan la tibieza de una compañía
y el cariño de otro puerto
de otra madera como la propia
porque eso lo cambia todo o casi todo
esa compañía de otra soledad
de otro silencio
somos seres de frágil estación
de desmesurada finitud
de transitoria importancia
que sólo la compañía entregada de otro cuerpo
de otro corazón
de otra tibieza
nos salva del abismo
de las pesadillas de niño adulto
de la no pertenencia
somos parias en un mundo lleno de banderas
somos mendigos en una barca donde los ricos son siempre otros
somos transeúntes en una calle sin limitaciones evidentes
y en ese naufragio universal luchamos para seguir a flote
como una madera en medio del océano
como niños frente a un cristal empañado
como ángeles sin vestido
con los ojos un poco humedos
el pecho abierto a filo de espada
y las alas blancas a punto de abrir
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